¡Ya tenemos finalistas del Concurso de Microrrelatos de la Escuela de Escritores!

El sábado 26 de octubre, a las 17.00 horas, conoceremos el nombre del ganador del Concurso de Microrrelatos de la Escuela de Escritores. Os esperamos en el Espacio Mercado Getafe para la Entrega del Premio: un curso de Escritura Creativa de tres meses de duración en Escuela de Escritores.

FINALISTAS
Hemos recibido cerca de 200 microrrelatos y, aunque ha sido difícil, los 6 finalistas seleccionados han sido estos:

Sangre en la nieve
Adriana Ortuño

Harry Hole examinó el rastro de sangre sobre la nieve llevándose la mano a la nariz. Está aún fresca, reflexionó, ¡ah, la sangre!, ¡cuánto la había sufrido en su carrera y cuánto le debía!, materia prima de casi todos los crímenes: ochenta por ciento de agua y veinte por ciento de sustancias sólidas: hormonas, grasas, hidratos de carbono, proteínas, gases, sales, azúcar. Un sin sangre, me hierve la sangre, hermanos de sangre, ojos inyectados en sangre, la sangre de Cristo.
La nieve es una ensoñación que tiñe de blanco tierra, árboles y animales, nubes congeladas que aterrizan lentamente dejando un paisaje lechoso, se asocia a muñecos de nieve, la nieve es para los niños, una chimenea llameante, años de bienes, cristalitos de agua pura, silenciosa y taciturna, el placentero crujir de tus botas, una película en blanco y negro, la vida bajo el manto, dulce olor a frío y nada. Un rastro de sangre culpable sobre nieve inocente, pensó Harry.

ROJO SOBRE BLANCO
Pesimista utópica

Harry Hole examinó el rastro de sangre sobre la nieve reprimiendo una arcada. Maldijo mentalmente y volvió a hacer el propósito de enmienda de cada amanecer resacoso.
El dibujo de puntos y líneas carmesí acababa de forma abrupta en un charco helado, de un rojo oscuro vibrante. Justo al lado se veían las huellas difuminadas de un coche.
— Vaya mierda —dijo mirando a Ellen—. Parece que en las últimas horas ha habido tráfico por aquí.
— La gente sale, a pesar del frío —contestó su compañera—. Por cierto, ¿cuándo te has hecho esa herida?
Harry se miró la palma de su mano izquierda, y la imagen de un vaso roto en un suelo que se acercaba a él irrumpió en su cerebro.
— Será mejor que avise a Weber para que no venga. Te apuesto lo que quieras a que la ruedas pertenecen a mi Ford Escort.
Y calándose el gorro hasta cubrir sus grandes orejas se dio la vuelta.

PASOS EN LA ALFOMBRA ROJA
L.P. DUKE

Harry Hole examinó el rastro de sangre sobre la nieve sabiendo que lo guiaría hacia el cadáver. Lo que de principio habían sido diminutos puntitos rojos en la impoluta nieve rápidamente se convirtieron en un ancho surco sanguinolento. La alfombra roja serpenteaba unos cincuenta metros, al llegar al risco la encontraron.
Lo que quedaba del cuerpo de la chica estaba siendo devorado por los cuervos. El médico forense Katrina Hagger tragó saliva tan bruscamente que le dolió la garganta. A pesar de los muchos años que llevaba examinando cadáveres, aquel cuerpo mutilado y diseminado por todas partes la había tomado por sorpresa. Harry inspiró profundamente por la nariz esperando que el aire frio le aclarara los pensamientos, luego dejó escapar lo que quedaba de esperanza en atraparlo junto con el aliento.
—Lo tenemos. —dijo Katrina, todavía con cierto malestar— creo que sabes de quien estoy hablando.
—Ludwig, el coleccionista. ¿No era el que robaba partes de la escena del crimen?

Bola de nieve
Solipsista

Harry Hole examinó el rastro de sangre sobre la nieve, y se preguntó dónde estarían el resto de cristales que envolvían aquel adorno. La miniatura depositada en el suelo representaba un idílico jardín del edén, y los copos artificiales se desprendían desde su base, teñidos de rojo, formando una flecha deliberadamente perfecta que señalaba hacia la pared. Surgió el amanecer, y el sol se introdujo discreto por el cortinaje, de forma que un rayo destelló en el suelo delatando uno de los fragmentos de vidrio; Harry se agachó junto a él, buscando el siguiente pedazo, que descubrió apenas un metro a la izquierda. Se alejó de la escena para tener una visión global y comprendió el patrón: cuatro trozos de cristal indicaban los puntos cardinales, y en ese contexto la flecha señalaba al este. Al este del edén. Entonces supo que tendría mucho trabajo por delante, este tipo de asesinos nunca se conforman con su primera víctima.

X TRAICION
L.P. DUKE

Harry Hole examinó el rastro de sangre sobre la nieve deteniéndose por ratos para otear a la distancia. Tenía esa mirada aguda que le conocía cuando se concentraba en algo importante. Caminaba todo lo deprisa que la nieve le permitía con la Glock fuertemente empuñada en la mano derecha.
Le seguí muy de cerca, odiaba quedarme sola sabiendo que el asesino podía atacarnos en cualquier momento.
— ¿Crees que resistirá mucho tiempo, Harry? —pregunté sintiéndome estúpida por interrumpirlo—.
—No creo que la bala le haya dado en algún órgano vital. Mientras sangre, podremos seguir sus huellas. ¡Vamos Katrina, ya falta poco!
El viento frio de Oslo a finales de diciembre nos calaba los huesos, lo dejé caminar delante de mí sintiéndome culpable por la traición hacia mi compañero. Tarde o temprano descubriría que la persona que seguíamos sus huellas no era un asesino, sino una víctima. Lamento mucho tener que deshacerme de un buen detective como Harry Hole.

31 de Octubre
Gompa

Harry Hole examinó el rastro de sangre sobre la nieve. Sin miedo lo siguió hasta internar en un oscuro bosque donde encontró algo que no esperaba encontrar. En la oscuridad, se pintó una imagen inocente. Harry encendió su linterna. Entre los primeros e intermitentes flashes de luz Harry pudo vislumbrar la silueta de una niña. “Hola pequeña, tranquila, soy policía…” La niña miró al comisario, no sin antes esbozar una sonrisa de oreja a oreja. La pequeña estaba cubierta de sangre e iba vestida de princesa. Harry trataba de buscar, en la distancia, su herida. Pero no había, al igual que no había ápice de dolor en su rostro, en el que se dibujaba una felicidad asombrosa a la vez que macabra. “Pequeña…” La niña lo miraba. De esa sonrisa tan inocente salieron un par de palabras, repetidas en bucle “N…s…mi…s..r…” Harry se acercó “¿Cómo dices pequeña?” La niña le susurró “No es mi sangre…”

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