Ana María Abad gana la XV edición del concurso de microrrelatos Getafe Negro

‘Te lo dice un experto’: el relato ganador de esta edición

La XV edición del concurso de microrrelatos Getafe Negro ya tiene ganador. En esta edición han sido 320 los microcuentos presentados a concurso y tres los finalistas seleccionados por Maica Rivera, directora del festival; Lorenzo Silva, su comisario honorífico, y el claustro de profesores de Escuela de Escritores.

«Los cínicos no sirven para este oficio» era la frase con la que debían comenzar todos los microrrelatos que se presentaran al concurso. Es el título de uno de los libros de Ryszard Kapuściński, el gran periodista del país invitado en esta edición, Polonia.

La ganadora del concurso es Ana María Abad, de Tres Cantos, con el microrrelato titulado Te lo dice un experto, que podrá disfrutar como premio de un curso trimestral de Escritura Creativa en Escuela de Escritores, un cheque regalo de 400 euros cedido por Grupo de Empresas Airbus y un lote de libros de la Librería Lobo Flaco.

Los finalistas son Manuel Menéndez Miranda, de Oviedo (Asturias), con el microrrelato titulado Expiación y David Villar Cembellín, de Castro-Urdiales (Cantabria), con el microcuento titulado Los cínicos no valen.

Desde Getafe Negro queremos felicitar a los 320 autores participantes y agradecer su apoyo a la Escuela de Escritores, que organiza el certamen, y a nuestro colaboradores de Grupo de Empresa Airbus y Lobo Flaco.

Aquí puedes leer el microrrelato ganador y los finalistas:

Te lo dice un experto, de Ana María Abad

Los cínicos no sirven para este oficio, me dijo una vez un colega. Yo creo que, precisamente, somos los cínicos los que mejor lo desempeñamos. A los que tienen miedo a hablar en público se les aconseja que imaginen a la audiencia desnuda. Mi consejo para triunfar en esta profesión es imaginarse al objetivo muerto. Así, no supone ningún problema apretar el gatillo.

Expiación, de Manuel Menéndez Miranda

Los cínicos no sirven para este oficio. Toda esta generación que creció con Tarantino está echada a perder. Eliminar a alguien no consiste en descerrajarle un tiro en la cabeza sin darle importancia. Hay que valorar nuestro trabajo. No somos matarifes. No puedes cumplir un encargo y que el objetivo no sepa la razón ni comprenda lo que ocurre. Hace falta empatía por la víctima. Hay que llegar a conocerla, saber sus gustos y sus miedos. Hay que ponerse en su lugar, ver como sufre por un hijo enfermo, sentirle disfrutar en la actuación de danza de su hija o en el cumpleaños de su anciana madre. Cuando has absorbido todo eso, entonces puedes actuar. Hacerle sentir todo lo que va a perder. Explicarle el futuro de sus seres queridos, que comprenda la consecuencia de sus errores. Así tendrá ocasión para arrepentirse de sus pecados mientras lo enterramos vivo.

Los cínicos no valen, de David Villar Cembellín

Los cínicos no sirven para este oficio. Los cínicos son todos detectives o inspectores de homicidios. Les gusta fumar, ir de duros y vestir con gabardina. Miran al horizonte ensimismados como si meditaran profundas disquisiciones, pero todos sabemos que dejan la mente en blanco. A los cínicos les gustan las chicas rubias y resolver asesinatos. Beben whisky y conducen rápido. ¡Son tan típicos, ay, los cínicos! Sin embargo, los cínicos no sirven para este oficio. Alejados de los focos, nadie piensa en nuestro trabajo, pero alguien tiene que llamar a una puerta y mirar a los ojos de una persona desconocida. Esa persona no lo sabe, pero su padre, su marido, su hijo, es la víctima de esta historia. Siempre hay una víctima. Y alguien desprovisto de todo cinismo debe hacer acopio de su calidez humana y decir: «verá, vengo a informarle de que su ser querido ha muerto».

Fotografía: Toni Guerrero.

 

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