Adela Cortina

Entrevista a Adela Cortina, Premio José Luis Sampedro 2020

Adela Cortina, ganadora del premio José Luis Sampedro 2020, ha respondido a la entrevista que hemos querido hacerle desde Getafe Negro. Como ya hemos adelantado, la filósofa recibirá el galardón en el marco del Festival.

 

¿Qué ha supuesto para usted ganar el Premio José Luis Sampedro?
Una gran alegría y un honor, una excelente noticia en estos aciagos tiempos de pandemia. José Luis Sampedro es no sólo un autor al que siempre he admirado, sino una personalidad sumamente estimable por su ejemplaridad, ese  valor que, por desgracia, escasea, aunque es imprescindible. Su humanismo crítico en el sentido genuino del término “crítico”, es decir, su capacidad de discernir lo mejor y lo peor en nuestras sociedades, ha sido para muchos de nosotros una auténtica brújula. Porque ha sabido conjugar novela, poesía y el aprecio por algo tan importante como es la economía, la buena economía. Hay una mala economía que aumenta la pobreza y las desigualdades, y hay una óptima economía, que es la más humana, la que interesaba a José Luis Sampedro, la que, como dice el Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, ayuda a crear buenas sociedades. Ésa es la economía que hay que fomentar.

 

¿Cree que el gran público entiende la parte práctica de la filosofía y la ética? ¿Qué tendría que cambiar para que así fuera?
La ética es la parte práctica de la filosofía, la que se ocupa de orientar la acción, y el gran público la entiende mejor que la parte teórica porque es en la ética donde siente que le va la vida. Queremos saber qué tipo de mundo queremos construir, cómo conseguir que sea más justo y solidario. Nos importa averiguar qué puede hacernos felices, cuál es el mejor camino hacia la libertad personal y compartida, cómo ir generando una sociedad inclusiva, no  excluyente como las que tenemos. Y mientras vamos formulando estas preguntas nos damos cuenta de que estamos denunciando el sufrimiento de refugiados e inmigrantes, de las personas sin hogar, de los ancianos que mueren sin atención, de los pobres en suma, que son aquellos que parecen no tener nada interesante que ofrecer. Cuando en realidad, como recuerdan determinadas éticas, todas las personas son valiosas, todas tienen dignidad, todas tienen que ser empoderadas para que puedan ser protagonistas de sus vidas.

 

¿Qué papel pueden jugar la filosofía y la ética en una sociedad sometida a la COVID-19? ¿Cómo pueden ayudarnos estás áreas de conocimiento?
Aprendiendo a conocernos a nosotros mismos, como decía el famoso texto del Templo del Apolo en Delfos: “conócete a ti mismo”. La pandemia nos ha recordado que somos vulnerables y frágiles, tanto las personas como las sociedades, que la interdependencia nos constituye. Por eso no es inteligente creerse independiente, creer que somos individuos aislados cada uno de los cuales ha de buscar su bien, como dice el neoliberalismo. Lo inteligente y cordial es optar por la solidaridad, como han demostrado en esta crisis el personal sanitario y tantos sectores que se han empleado a fondo para salvar a muchos de los peor situados. En el afán de supervivencia no triunfan los más fuertes, sino los que viven del apoyo mutuo. De donde se sigue que los supremacistas están equivocados, como también lo están los nacionalistas que cierran filas y los populistas que excluyen a una parte de la población.

El buen futuro está en apostar por una ética de la razón cordial para construir nuestro mundo. Y no estaría de más.

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